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Me gustaría que me contaras qué te pasó con la profesora que incluso acabaste en el hospital, ¿no?

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Esto es un trauma muy grande de mi vida. Y es que yo, en lo que vendría siendo tercero y cuarto de primaria, iba a un colegio religioso. No voy a decir el nombre del colegio porque igual me demandan. Pero bueno, los podía demandar yo a ellos. Aunque esto ya habrá prescrito, porque es de 2005 o algo así. Y esa profesora, probablemente, ni este viva. Y yo iba en tercero de primaria y cuarto con una profesora que era una profesora que ya tenía muy mala reputación en ese colegio, de tratar muy mal a los niños. Y yo tengo entendido que tenía ya demandas encima.

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Siempre había alguno o alguna.

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En los colegios religiosos siempre hay mucho amarrado.

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Una monja me cruzó la cara, a lo que me acordaré siempre. A mi hermano también. Un bofetón, pero me dejó una marca, ¡pumba! Sí, lo que teníamos en En el recreo teníamos que... Era muy pequeñito yo, a lo mejor tenía diez años, teníamos que quitar como papeles y estaba jugando a fútbol: ¡Vena, qué tordi!, ¡pau!, y me cruzó la cara porque le dije algo, no sé qué le dije: No, en catalana no voy fero, no quiero hacerlo. ¡Pumba!, me cruzó. Pero en esa época, pues bueno.

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A mí, pegarme físicamente, esta profesora...

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Que está muy mal, no digo no, pero digo que no es como ahora. Tú le decías a sus padres y tus padres te decían: Bueno, muy mal, pero no había denuncias por esto en esa época. Tú te lo comías.

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En la mía, esto es 2005, lo que te estoy diciendo.Tampoco.

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Había...lo vio era 1812.

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Entonces, que era un poco más viejo. Quiero decir que la gente piensa que te pegara un profesor o que fueran de ese tipo es de los 60, pero no, no, no. Yo en 2005 me pasaba esto. Y total, que la profesora que me daba tercero era mi tutora, mi profesora de mates, mi profesora era profesora de casi todo. Que en En esos cursos, tu tutor es como tu profesor de casi todo. Y esta profesora, recuerdo que me cruzó desde el primer día. Es verdad que sí que ella era muy mala en general con todos los niños. Yo creo que era una persona muy frustrada con su vida y lo pagaba con los niños. Quiero pensar que no lo hacía por maldad pura, pero sí que era muy mala. Porque recuerdo que ya desde el principio me tomó como un desafío, porque ella, digamos que era persona muy conservadora. Y llega aquí un niño que parece una niña. O sea, parece una niña con el uniforme de los niños. Y recuerdo que ya desde el principio, pesadísima con esto, de Miguel, te tienes que cortar el pelo. Llamaba a mi madre para que fuera a hablar con ella y le decía: Se tienes que cortar el pelo.

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Y le sugería: A lo mejor Miguel es un poco tal. No recuerdo qué palabra se escogía, pero le dejaba a mi madre caer eso. Y decía: Tiene que cortarse el pelo. Después, a mí, recuerdo que los primeros días de clase, de tercero de primaria, yo tenía dos amigas, que éramos como mi grupo de amigos, éramos yo y dos niñas. Y recuerdo que a los primeros días de tercero de primaria nos coja toda la clase y dice: Miguel, además era maquiavélica para castigar, era una persona con maldad que sabía dañar. Y recuerdo que cogió toda la clase y dijo: Miguel, solo te voy a jugar con las niñas. Y yo: No, es que son mis amigas, tal. Ocho años. Y cogió a toda la casa y dijo: A toda niña que ve acercarse a él en los recreos, está castigada. No a mí, que yo igual me arriesgaba a ir a jugar con ellas. No, que ellas huyeran de mí. Y recuerdo que a partir de ahí, yo salía al recreo y estaba solo, porque yo no quería jugar al fútbol. Me decía: Tú jugabas el fútbol con los niños, y si no, estás solo. Yo estaba solo y ella lo sabía y le daba igual.

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Ella prefería que estuviera sola o que estuviera con las niñas. Después, de todo. Yo recuerdo que ella me trataba muy mal, era muy mala. Recuerdo que me daban taquicardias cuando llegaba al colegio. A mí el colegio era una pesadilla, en el infierno, en la tierra. Y llegaba a mi casa, ¿y qué pasa? Yo, como no quería ir nunca al colegio, fingía todo lo que podía. Todos los días fingía para no ir al colegio. Recuerdo que leyó las faltas la profesora, igual falté 20 veces o 25 en un curso.Facía.

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Solo el termómetro.

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Lo de poner el agua caliente.

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Le pone el radiador.

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Es que mi hermano hizo eso una vez. Es que mi hermano era mucho menos astuto que yo. Y mi hermano una vez hizo eso y le dijo a mi madre: Mamá, mamá, estoy malito, estoy malito, tal. Y le dio el termómetro y la ponía 50 grados.

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Sí, tu hermano también era un poco...

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Un charmante, mi hermano. Bueno, pues... Total, que esta profesora a mí me cruzaba y claro, yo cuando faltaba, ella me interrogaba. Decía: Por ejemplo, me decía que yo era un embustero, literalmente. Miguel, eres un embustero porque finges para no venir aquí y mientes todo el rato, no sé qué, no sé cuánto. Me trataba como un criminal con ocho, nueve, diez años. Después, recuerdo una vez que falté a clase y claro, acompañé a mi madre, porque yo estaba enfermo, en el coche a llevar a mi hermana y luego volvimos otra vez a casa. Y de paso, pasamos por el súper una mañana, una Y llego al día siguiente a clase y me interrogaba. Y me decía: ¿Dónde estuviste?. Y delante de la clase, ella funcionaba con un mecanismo de humillación. Su forma de castigar era la humillación. Y me ponía delante de todos los niños y decía: Vale, Miguel, ¿dónde estuviste? Llamé a tu casa y no estabas. Eres un embustero, un mentiroso, siempre engañando, no sé qué, a un niño pequeño. Y total, que de tanto, además, ella cuando te interrogaba y quería una respuesta, hasta que no le dieras la que ella quería, no paraba.

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Y yo recuerdo que estaba llorando y llorando diciendo: Estuve en casa, estuve en casa. Y luego me dice: ¿Dónde estuviste? ¿Dónde estuviste?. Y luego yo tuerzo el brazo y digo que pasamos por el Freud, que es un súper. Y yo dije llorando: En el Freud, en el Freud. Y todos los niños riéndose porque dije: En el Freud. Que es gracioso, si lo ves en perspectiva. Pero después, cosas peores. Por ejemplo, cuando no me salía bien una división o algo así, porque yo al faltar y las mates muy atrasada, y ya a mí las mates me costaban. Claro, ella se cebaba mucho con eso, porque yo como no me portaba mal. De hecho, a mí ella me daba un miedo atroz. Ella sí me decía: Arrodilla, te me arrodillaba. Entonces, recuerdo que, por ejemplo, hubo una vez que me olvidé una libreta en casa y me olvidó una libreta de mates y ella me dice: Busca la libreta. Y yo dije: No la encuentro, me la dejé en casa, no la encuentro. Ella me dice: Busca la libreta. Y yo en plan: Es que no la tengo. Y yo hacía como que la buscaba sudando con mucho miedo, porque ella cuando la calentabas y coge con un brazo mi pupitre, lo saca afuera de la clase y empieza a coger todos los libros que yo tengo dentro y tirarlos en el suelo, así, del pasillo.

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Y tira el pupitre y dice: Ahora búscalo. Y yo a gatas, llorando, buscando una libreta que sabía que no De locos.

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Y eso te hizo acabar por tener un psicológico.

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No, ahora viene... Ahora es que son tantas cosas. Hasta que llega un día en la cual a mí no me sale una división, es que lo recuerdo y todo. No me sale una división. Y ese día, como que no me salía y no me salía, me castigó de pie. ¿Y qué pasa? Yo era un niño que tenía la tensión muy baja, es algo genético, que le pasaba a mi tía cuando era pequeño y a mi madre. Y yo sí estaba de pie mucho tiempo sin moverme, si me movía, sí. Pero me empezaba a bajar la tensión y me mareaba mucho. Entonces, un día me castigó poniéndome de pie y me dijo: Miguel, ahí de pie. Y yo me puse de pie y veo que me empiezo a marear. Y ahí, cuando me empiezo a marear, le digo: Me encuentro mal, tal, y me dice: Eres un embustero, ese es un embustero. No, tú eres un embustero. No, de pie. Y de la que estoy de pie, me empiezo a marear mucho, a tambalearme y me siento en el suelo sin permiso. Y Que yo para hacer algo sin permiso de ella era... Y claro, yo estaba delante de ella.Tenías.

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Que estar en las últimas.Claro..

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Y me dice: De pie, ¿quién te dejó sentarte? Tal. Y me pongo de pie. Y va pasando el tiempo y me encuentro muy mal. Y de hecho, nosotros éramos niños pequeños. Entonces, para llegar a la pizarra había una tarima de madera que tenías que subirte, porque si no, no llegábamos, éramos muy pequeños. Entonces, me subía a la tarima y me puse en su pupita, que estaba en la tarima, y le dije: Me mareo mucho, puedo ir a tal. Y los niños le decían a la profesora: Los niños de ocho o nueve años a la profesora, diciéndole: Déjale ir, está muy blanco, tiene los labios morados.

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Sí, que no estabas haciendo el cuento, vamos, se notaba.

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Y ella: No, es un embustero. Y me pone en la esquina otra vez. Y hay en otra que vuelvo a subirme a la tarima para pedirle por favor, que yo ya estaba, cuando estoy llegando al pupitre, como que se me nubla la vista por completo, me caigo, y me pego un golpe en la cabeza, que no lo sentí porque perdí el La conciencia. Y luego me empieza a volver la visión otra vez y yo me veo en el suelo, los niños flipando. Y me coge ella y me lleva a recepción y dice: Que vengan los padres, se mareó. Y claro, me metieron en urgencias, me llevaron en urgencias, me ingresaron toda una tarde, me hicieron pruebas, dijeron: Es que un niño tan pequeño que se desmayen no es normal. Y dijeron: No tiene nada, igual fue tal, no sé qué. Y claro, una persona normal dirá: A partir de ahí, ella dejó de hacer eso. Pero a partir de ahí, ella descubrió la forma de castigarme todas las veces que yo hacía algo que no le gustaba, que no le gustaba a ella nada. Y entonces, a partir de ahí, era: ¿No te sale una división?.

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Y no pensaste en hablar con tus padres. Claro, yo entiendo que en los 70 sí que esto no se denunciara, pero ya el caso tan continuado, sí que la hubieran echado del colegio.

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Mi madre como que lo veía, pero mi madre ya sabía que esa profesora tenía muchas demandas en la espalda. Y había otro niño que estaba más cruzado por esa profesora que yo. Y la madre de ese niño, le comentó a mi madre que la había demandado. Y lo tenía todavía más crucificado. Porque claro, en esos colegios privados, igual ella era prima de hermana de...

[00:10:40]

Que no lo iban a echar.

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Exacto. Y a partir de ahí, me empezó a poner de pie por todo. Y en una segunda ocasión me vuelvo a desmayar. Y esta vez me ingresan una semana entera en el hospital y me hacen pruebas. Y claro, yo pipa viéndome ahí el jeti. Tú de vacaciones, una semanita de puta madre.

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Sin la profesora. Que sin la profe, sin los niños, coñazo, estabas ahí en la gloria. Exacto.

[00:11:02]

Y total, que yo veía eso y recuerdo que me viene como una señora y un señor, entran a la habitación y me dicen: ¿Podemos hablar contigo un momento, Miguel?. Y me dicen: ¿Pasa algo en el colegio? Porque no es normal que un niño de tu edad... No sé si serían hasta servicios sociales.

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Tiene pinta.

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¿pasa algo? Y claro, yo, por miedo a aquella, porque claro, yo me iba de allí y me venía al interrogatorio. Por miedo a ella, yo no contaba nada.

[00:11:30]

Es un niño pequeño.

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Claro. Y además tenía esta síndrome de estocolmo. Cuando ella me daba un poquito de aprobación, yo estaba en plan: Qué contento estoy, me ha dado... Qué fuerte. ¿Cómo la quiero?.

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¿cuántos años la aguantaste?

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Tres. Tres.

[00:11:44]

Y cuando dejaste de aguantar, eso fue como vamos a la lotería.

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Fui otra profesora que era una... Pero bueno, no era tan mal. No era tanto, no.