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Siguiendo con el tema de tu vida más enfocada al antiterrorismo, esa calle, esos tiroteos, ¿cuál ha sido la situación en la que tú físicamente has tenido más miedo de esos años? ¿Hubo algún tiroteo realmente? Muchas veces.

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Bueno, mira, precisamente en el tiroteo este de Alza, que he dicho antes, donde cayó Yosu, de Allesta. El tipo tiraba cuando estuvimos intentando negociar con él y tal, el tipo tiraba con un subfusil, creo que era Checo o algo así lo que dicen, no me paraben bien, pero tenía una potencia que atravesaba los tabiques. Y claro, tenías que aprender el plano de piso del portal para ponerte en la esquina donde sabías que había un muro. Y claro, cuando oyes el tiroteo y de pronto, o cuando ves que el de al lado ha caído y tal, es duro. Es duro porque tienes que repetirte a ti mismo que a ti no te va a pasar.

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Tú has tenido un compañero al lado que ha muerto o que ha caído.

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Que ha caído, ha caído herido. Muerto no, pero hubo un tiroteo, recuerdo, donde cayó el pelota, donde se salvó porque llevaba chaleco. Uno de los de Tarras murió, los demás quedaron heridos. Ahí es donde yo tengo el tiro en ese dan. ¿Qué pasa? Que en esa circunstancia, insisto, en ese momento, la adrenalina te impide ser consciente de lo que está pasando. Luego ya cuando reflexionas, estás tranquilo, es cuando te viene el bajonazo y cuando dices: ¡Pero qué diablo!. Luego, con los años, a medida que van pasando los años, vas siendo más prudente, pero también más racional. Recuerdo en mis viajes que hice con una persona, para mí, bastante correcta, que fue un traficante de armas, Montserre Alcazar, que terminaba luego estuvimos una vez en Somalia, tres días, porque nos equivocamos en la pista de aterrizaje, a la hora de aterrizar, en vez de aterrizar en la pista, digamos, porque es un estado fallido, pero nosotros íbamos a ver a uno que decía que era el presidente y estaba enfrentado. Y claro, se equivocó. Era un piloto que nos había dejado un traficante muy conocido también, Kashoggi, que también te sonará. Nos había dejado un Antonov, un avión ruso y tal, y aterrizamos de pronto y cuando acordamos, estábamos rodeados de los enemigos.

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Y descapturas, ¿no?

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Sí, lo tuvimos tres días en un agujero y al final salvamos por 300 dólares, porque al final esos temas... El problema era que no quería la persona que nos acompañaba, reconocer que había que pagar unas tasas a una tribu que era contraria al presidente, a estas gilipollezas y tal. Y estuvimos a punto de palmar cuando era un tema de 100 dólares a cada uno y un monté.

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Imagínate, claro, las fotos no era nada.

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Pero imagínate lo que es ver a los negritos estos enmascando gas, que es una especie de raíz que los deja medio atontados y todavía mirando para el agujero con el calacnicóp y tal. Un día se le va la olla.

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Un agujero era literal.

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Sí, un agujero, un agujero con una esta donde estábamos ahí, donde lo que sale en las películas, con un cubo donde hacías tus necesidades y tal, y te tiraban un par de bananas, un par de tal para comer. Así estuvimos tres días.

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Tres días enteros ahí metido.

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De agujero hasta que al final, digo, al final hablamos con el jefecillo. Normalmente en África el concepto de autoridad está muy arraigado en los ancianos. Entonces, casualmente conocía Monser a un anciano, a uno de tal. No sé, el caso es que apareció de pronto un señor mayor con su varita y tal y cobró su pasta y nos sacó del agujero. Pero claro, después de eso, lo único que ocurre que cuando estás dentro y dices: ¿Yo qué diablos hago aquí? Yo tenía que estar en mi casa tumbado en el sillón cambiando los canales de la tele. Y estoy aquí como un idiota.

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Para qué complicarse la vida.

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Pero, ¿quién me habría convencido a mí que era bueno? Y es así.

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¿y cómo te reenganchas, entonces, cuando te pasan estas cosas?

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Porque te va a la marcha. No, no, no. No tienes otra explicación. Porque luego te vuelven a convencer. Yo estuve En los últimos años estuve muchas veces queriéndome ir. Tenía mi familia muy abandonada. Tenía las empresas que me traje cuando volví bastante abandonada, un despacho abogado, una serie de firma y tal. Ahí a mí iba muy bien, sin necesidad de...

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No tenías necesidad.

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No, en absoluto. ¿Y qué ocurre? Que claro, te encargaba de cosas, se cabreaban contigo porque no les daba muchas veces lo que querían, pero como sabían que resolvían las cuestiones, me volvían a llamar. Y al final te convence: No, es muy importante para España, te venden la burra, como dice en el algón y tal. Y al final dices: Bueno, y te sientes tú, tu ego, no puedes evitarlo. Joder, debo ser la leche. El ministro me ha pedido que vaya o me ha dicho tal.

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Y te lo pasabas bien cuando la cosa iba bien, te lo pasabas bien.

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Bueno, la verdad es que para mí la técnica de seducir siempre me Me ha parecido muy interesante.

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Es una parte importante de lo que tú has hecho.

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Claro, yo era un gran captador de fuentes. Manipular, bueno, es un término... Bueno, te lo admito, un término... Manipular la situación, claro, y mentir. Evidentemente, ¿no? Ese es el trabajo de un agente de inteligencia. Cuando me he entrevistado con alguien y me he hecho pasar por una vez de traficante de droga, otra vez de traficante de armas, otra vez de mil cosas, estaba engañando. Pero insisto, el arte de convencer a alguien que lo ves muy en guardia y que de pronto, poco a poco y tal, y que al cabo de las horas te llama hermano, pues eso para mí es muy gratificante. ¿Cuál.