Veces Begoña Gómez de la Fuente, que te cuenta la historia de un ciclista que jamás corrió el Tour de Francia.
Así, si no se feste, que ya le hubiera gustado, que ya le hubiera gustado a él poder. Mira, contaba él mismo Juncia en aquellos años, entre los doce y los catorce años. Pasamos tres veranos en el pueblecito de huevecillos. Entonces estaba yo envenenado por el Tour de Francia, por las gestas admirables de Mariano Cañardo, de Federico Esquerra, de la Pulga de Torrelavega. Los ciclistas españoles acudían al Tour huérfanos sin una organización detrás y, sin embargo, haciéndoselo todo.
Ellos conseguían clasificaciones muy meritorias. A mí, como a casi todos los niños, entonces, nos estudian, nos atrapan. Nos entusiasmaba más la victoria en la cresta de una montaña que en un final de etapa. Ayano Sin accidentes. Todos aspirábamos a ser escaladores. Nuestro sueño inexpresada era coroner un día del Tour Malet, en primer lugar. Recuerdo que en aquellos años adquiría entre mis amigos cierta fama de escalador. Y es que poseía. Yo en realidad me pregunto algún don para escalar mejor que ellos?
Yo siempre he sospechado que subir cuestas en bicicleta es una de las mayores maldiciones que puede soportar un hombre escalador o no, pero ante el repecho de vocecillas con su pronunciado recodo hizo en pinzamiento subito en la parte final. Yo no me amilanar. La dejaba pasar a mis amigos primero y luego le rebasaba como si nada, pedaleando a un ritmo loco y a toda velocidad. Y ellos comentaban claro, es que a Delibes no le cuesta. Del que sabía fastidiarse sin poner cara de fastidio.
Ese era el rey de la montaña. Miguel Delibes jamás corrió del tour ni subió al turmalina en primer lugar, pero sí consiguió con su bicicleta un logro más importante que todos esos. Contaba Delibes cuando la bicicleta se me reveló como un vehículo eficaz, de amplias posibilidades, cuya autonomía dependía de la energía de mis piernas. Fue el día que me enamoré. Dos seres enamorados, separados y sin dinero, lo tenían muy difícil en 1941. Yo estaba en Mollet, de Oporto, Olim cantaria y Ángeles.
Mi novia veraneaba en Serano, en Burgos, a 100 kilómetros de distancia. Cómo encontrarnos? El transporte, además de Caro, era muy complicado. Ferrocarril y autocares con dos o tres transbordos en el trayecto. Los ahorros míos si daban para pagar el viaje, no daban para pagar el alojamiento en Sedano. Así que pensé en la bicicleta como transporte adecuado. No ocasionaban otro gasto que el de mis músculos, de modo que le puse a mi novia un telegrama que decía Llegaré miércoles tarde en bicicleta.
Búscame alojamiento. Te quiere Miguel. El miércoles, antes de amanecer, amarré en el soporte de la bici dos calzoncillos, dos camisas y un cepillo de dientes y me lancé a la aventura. Aún recuerdo con nostalgia mi paso entre dos luces por los pueblecitos dormidos de Santa Olalla y Bárcena de Pie de Concha, antes de abocar a la Hoz de Reinosa, cuya subida de quince kilómetros, aunque poco pronunciada, me dejó para el arrastre. Solo, sin testigos, mis pretendidas facultades de escalador se desvanecieron en compensación del alto de Reinosa Alcorcón, de 24 kilómetros.
Fue una sucesión de tumbos donde la inercia de cada bajada me proporcionaba casi la energía necesaria para ascender el repecho siguiente. Aquellos primeros años de la década de los cuarenta, con el país arruinado, sin automóviles ni carburante, fueron el reinado de la bicicleta. Recuerdo aquel primer viaje de los que hice a Serrano como un día feliz. Sol amable. Brisa tibia.
La bicicleta rodando sola, sin manos. Un grato aroma a prado y boñiga seca, creando una atmósfera doméstica. Me parece recordar que cantaba a voz en cuello, con mi mal oído proverbial fragmentos amorosos de zarzuela. Sin temor a ser escuchado por nadie.
Sintiéndome dueño del mundo.
Pero si ustedes quieren encontrar a la familia Delibes, si quieren seguir sus pasos, tienen que buscarlos en Celano, en la provincia de Burgos, que es, digamos, su santuario cercano a donde pedaleo Miguel Delibes por amor hace casi 80 años.
Hoy Delibes ya tiene ya bisnietos de Miguel Delibes, pero todos siguen yendo a Sedano los veranos. Hoy queremos presentarles a los Delibes, a la familia de Miguel en el Centenario, que está a punto de cumplirse del nacimiento del escritor Elisa Delibes de Castro. Buenos días, Elisa. Buenos días, Carlos. Buenos días. Un placer escucharla y conocerla. Miguel Delibes de Castro. Buenos días.
Hola. Buenos días. Buenos días. Cómo está Miguel? Gracias. Muy bien. Gracias, gomoso. Bueno, Elisa y Miguel son hijos de Miguel Delibes y de Ángeles. Y bueno, son algunos de los hijos. Porque soy o son ustedes? Son ustedes. Cuántos hay? Seis, siete, siete, siete hermanos? Ahí funcionan ustedes como clan. Elisa C. Son muy de quedar, de verse, de reunirse, de contarse.
Bueno, yo creo que muchísimo, que nos encanta vernos, nos encanta encontrarnos. Nos reímos de las mismas tonterías, pero yo creo que nos vemos menos de lo que quisiéramos, porque Miguel te está hablando ahora desde Andalucía y ya está allá en Tordesillas. Entonces nos vemos todo lo que podemos, que está bien, pero nos gustaría más todavía.
El 40 por ciento de los hijos de Miguel Delibes son biólogos. Yo ahí la cuenta ABC.
Calcule a cuántos de los siete hijos, cuántos son aficionados a la pesca, por ejemplo.
Miguel Pero somos más. Perdona, Jordi, haz del 47 4, o sea, más de un 60 por ciento o 60 por ciento y aficionados a la pesca.
Pues hemos pescado, sobre todo Juan y yo éramos los más pescadores. Pero vamos, también Germán hizo sus pinitos y Adolfo le gusta. Y las chicas menos. Yo creo que nombres. No, no me. Pescado jamás. Miguel y Ángeles leí en el reportaje que publicó El Semanal del Diario del País, que esta excursión que hizo Miguel Delibes, de Mollet, de Oporto olim a donde tenía la novia, a su madre de Los Ángeles. Ya se ganó esta misma excursión.
La hacen también ustedes o la hacían? La sigue? La siguen haciendo en bicicleta 100 kilómetros?
Bueno, efectivamente, el año que murió mi padre se decidió por nuestro padre. Coincidió que inauguraron la autovía de Reinosa, con lo cual la carretera nacional quedaba más despejada de coches. Habíamos hablado con el vivo a menudo que teníamos que repetir su itinerario como un hito familiar. De ahí venimos todos, decíamos a coro. Pero cuando la carretera nacional se despejó porque el tráfico fue por la autovía, pues se abrió esa posibilidad. Era el año que había muerto y decidimos homenajearlo yendo a Sedano, a Mollendo, en vez de al revés, de como él lo hizo, porque logísticamente no será más fácil.
Y hemos estado diez años haciéndolo, pero este último, con el confinamiento y otras razones, no lo hemos llegado a hacer.
Es decir, hemos hecho 10 que llamamos pomposamente clásicas, más que como se llamaba la sed y el recuerdo que tienen de siendo niños tantos hermanos en la casa de Sedano, pasando los veranos ahí donde nació su madre, que que recuerdo tiene de Lisa?
Bueno, recuerdos todos, porque yo realmente he pasado allí 60 veranos ya más que él, porque él empezó a veranear pescando, tenía 40 años más o menos, o treinta y ocho años y veraneo hasta que se murió, pero yo ya llevo más. Entonces no te puedo decir, recuerda, eran todos los recuerdos, pero realmente una vida muy campestre, que yo creo que a mis hermanos los biólogos efectivamente y los varones fundamentalmente les gustaba muchísimo más. Pero yo luego pensaba que iba un poco obligada porque era la que vivía con mi padre y a él le gustaba ir de junio a septiembre y entonces decía estoy deseando no venir aquí a veranear, pero cuando se ha muerto mis hijos me decían mamá, si es donde te gusta veranear y efectivamente, o sea, no he dejado de ir y es donde me gusta veranear, porque no sólo los recuerdos son maravillosos.
Es que el pueblo es maravilloso, el clima es maravilloso y nos encontramos muchas de la familia, lo cual también es maravilloso y tienen recuerdos siendo niños de ver al padre escribiendo.
Miguel Delibes escribía estando ustedes a su alrededor o prefería retirarse y buscar la intimidad?
Y George, donde realmente he visto a mi padre escribir yo en Valladolid casi no le he visto escribir, pero en Sedano tiene una casita, tenía una casita para él solo entre las dos casas familiares. Entonces teníamos que pasar por delante su ventana y nos saludaba con la mano. Y siempre, siempre, el 100 por ciento de las veces estaba escribiendo, intercedo. Creo que ahí desde luego empezó, terminó o escribió enteras muchas de sus obras.
Leí también en el reportaje del Pais Semanal que en la habitación de la casa de Valladolid, donde falleció Miguel Delibes, que junto a la cama permanecen los objetos que tenía y que entre esos objetos hay una grabadora sanio, la vieja grabadora vieja, claro, ahora vieja grabadora sanio. Para qué utilizaba a Miguel Delibes la grabadora?
Bueno, pues entre otras cosas, uno de los libros que tiene, que se llama Castilla habla, es que entrevistó a personas, personajes y rurales fundamentalmente, ya a punto de desaparecer, como el apicultor, las coreanas del Silvita y les grababa la conversación. Y entonces bueno, pues yo me imagino que a lo mejor ese era el motivo. A lo mejor grabó también alguna otra cosa, pero fundamentalmente ese libro está grabado entero. O sea, todas las conversaciones que hizo, las entrevistas que realizó a estos personajes las grabó y me imagino que esa sería la causa de la grabadora, que ahí quedaría en su mesilla.
Si yo yo puedo añadir que cuando vivimos juntos la tierra adherida a un libro sobre medio ambiente, hablando, él y yo empezamos grabando las conversaciones con su grabadora. Y luego yo debía transcribir la grabación, pero se me hizo tan pesado el primer día él era ya mayor, tenía 84 años y le hacía ilusión, digamos, hacer el libro. Y hablábamos a lo mejor tres horas. A la mañana siguiente me decía ya he escrito lo que hablamos. Y no me había dado tiempo, ni siquiera con cero.
Entonces decidimos prescindir de la grabadora y tomar notas y lo hicimos más como digamos, periodista antiguo de los que toman notas y luego reconstruye la conversación. Pero ahí empezamos, grabando con su grabadora Gorka Oblómov.
Como saben los oyentes, Miguel Delibes, además de escritor, se dedicó profesionalmente al periodismo y llegó a ser director del Del Norte de Castilla. De hecho, él llega a la escritura gracias a que empiezan a colaborar con un periódico, que era lo que se les daba bien cuando estudiaba para profesor mercantil. Me parece que fue cuando él estaba estudiando. El se le daba bien dibujar, hacer caricaturas y entonces empezó a colaborar con el norte de Castilla como dibujante, como caricaturista.
Luego llegó una reconversión en el periódico. Decidieron que había que renovar la plantilla y entonces le invitaron a él a que estuviera para periodista y se presentara a las pruebas. Y él dijo bueno, sí, si así consigo sacarme un dinerito para poder seguir estudiando. Y gracias a eso empezó a ejercer de periodista, ya no sólo como las caricaturas, ya no sólo los dibujos. Y empezó a hacer críticas, ya empezó a publicar, ya empezó a darse cuenta de que aquello de escribir, oye, no se le daba mal y además le producía una cierta satisfacción.
Y así nació la escritura Miguel Delibes, el padre de Elisa y de Miguel, con quienes estamos hablando aquí. Esta mañana he contado que se va a cumplir el centenario del nacimiento de Miguel Delibes el próximo 17 de octubre, pero que está la semana que viene se inaugura la semana que viene. La exposición de la Biblioteca Nacional sobre Miguel Delibes y he leído Elisa y Miguel, que ahí vamos a poder ver el original del discurso de ingreso en la Real Academia de vuestro padre.
Bueno, se pueden ver seis originales de seis obras, las más emblemáticas o las que ha considerado el comisario, que eran las más emblemáticas El camino cinco horas con Mario. Pero además, como esta semana pasada hemos donado, regalabas la Biblioteca Nacional que nos ilusionaba y les ilusionaba a ellos tener un manuscrito de mi padre, este discurso de la Real Academia manuscrita. Y efectivamente, cuando yo visitaba la exposición la semana pasada, había un huequito esperando este discurso, porque la academia sí o la biblioteca siempre le gusta exponer sus fondos y meterse, en este caso de Miguel Delibes.
No tenían fondos prácticamente. Entonces sí que podremos ver allí ese discurso.
Yo más que un huequito le habrán dejado un hueco grande, porque el discurso breve, no breve, no es o no creo que sólo se van a poner algunas páginas, no todo entero, pero es un discurso muy interesante.
Es del año setenta y cinco.
Si lo leyó en el 75 al 25 de mayo de 1975, lo leyó. A lo mejor lo escribió un poquito antes. Pedro escribió Eso lo sabe Miguel. Cantarlos escribió Miguel es el mayor sivos del parque Liaño.
Yo era, eh. Yo ya estaba trabajando. Entonces había trabajado con Rodríguez de la Fuente haciendo una enciclopedia y hablábamos mucho de conservación de la realeza. Mi padre estaba muy sensibilizado, honesto y en cuanto le nombraron académico e escogió un tema para su discurso y decidió que tenía que ser naturalista ambiental, no sabía al principio muy bien como relacionarlo con las letras, puesto que era la Academia de Letras. Y lo decidió asociarlo a su propia obra. Es su idea de progreso, que sería un progreso más humano, humanista si se quiere que un progreso más en lo material.
Y empezó a escribirlo en el 73, pero luego murió mi madre. En el 74 estuvo parado el discurso porque tenía una depresión grande, no tenía ganas de nada, pero fue la misma fuerza del recuerdo de mi madre, que le había urgido a ingresar en la academia, porque a ella le hacía mucha ilusión la que le movió a terminarlo en los últimos meses, ya en el 75. Es decir que hubo dos fases en el discurso. La más larga fue antes de noviembre del 74 y luego el remate en la primavera del 75.
El discurso invitó a los oyentes que tengan interés por la figura de Miguel Delibes y por el pensamiento de Miguel Delibes, más allá de su cualidad, sus aptitudes para la narración y para la literatura. Porque, como dice su hijo Miguel, como acaba de contarnos en. Discurso de ingreso en la Real Academia. En realidad, Miguel Delibes de lo que habla es de las preocupaciones de Miguel Delibes, habla de las repercusiones que él cree que el progreso malentendido puede llegar a tener en la forma de ser de los ciudadanos de la sociedad.
Hoy habla de las máquinas, de las aglomeraciones en la gran ciudad, en contraste con la armonía con la naturaleza y con el mundo rural. Miguel Delibes nunca estuvo en contra del progreso si era receloso de un determinado tipo de progreso, porque el entendía que alejaba a la persona, al ser humano, de su vinculación con el mundo rural, con la naturaleza, muy en sintonía en ese sentido, con Félix Rodríguez de la Fuente, al que ha mencionado también Miguel Delibes, que en muchos aspectos tenían preocupaciones, inquietudes y consideraciones muy similares en esta materia.
Miguel Sí, yo creo que sí.
En esos años empezaba en España el movimiento ambientalista de conservación de naturaleza muy incipiente, muy subterráneo. Pero Rodríguez de la Fuente era un líder en este aspecto. Y mi padre y otros amigos suyos. Rodríguez Lafuente llegó a mucha más gente de la que parecía. Tenían reuniones y tertulias en Valladolid entre profesores, médicos, catedráticos y hablaban de Rodríguez de la Fuente, por ejemplo, o admitió una preocupación y un interés por la naturaleza que aparentemente en el mundo ciudadano estaba olvidado.
Mi padre relacionó eso, su afición al campo, su afición, donde dice que las ciudades son todas iguales porque en el fondo todas quieren parecerse a Nueva York y en cambio cada pueblo tiene su idiosincracia y es distinto. Pues esto lo relacionaba con ese progreso de humanizador que también le recordaba a la película de Chaplin, de Charlot, de Tiempos modernos. Andoba, sí, poco menos sé. Por la calle apretando tuercas. Era ese progreso el que no le gustaban.
Agradezco mucho a Elisa Delibes de Castro, a Miguel Delibes de Castro. Por cierto, la Fundación Miguel Delibes, todo el fondo documental que tiene ahí también se puede consultar a través de la página web. Y ahí las responsables fundamentales de Elisa, que es quien se ocupa de que todo eso esté ahí a punto. Les agradezco mucho que nos hayan acompañado esta mañana y les voy a despedir porque es que tengo esperando a la siguiente generación de la familia Delibes, a la que también queremos conocer y con la que queremos hablar dentro de un minuto.
Elisa, muchas gracias. Un fuerte abrazo. Otra para avanzar. Gracias, Miguel. Un fuerte abrazo también para usted. Gracias. Fuerte abrazo. Muchas gracias.
Son los hijos de Delibes, pero enseguida conoceremos algunos de los nietos de Miguel Delibes. Más de uno.
La mañana de Onda Cero con Alsina quedamos escolares en los 70. Sabemos, sabemos, que las cosas podían haber sucedido de cualquier otra manera y sin embargo sucedieron así.
Y sabemos que Daniel el Mochuelo, que tenía once años, se lamentaba del curso de los acontecimientos, aunque lo acatará como una realidad inevitable y fatal. Sabemos que el padre de Daniel, el mochuelo, identificaba a ir a estudiar a la ciudad, con progresar en la vida y por eso deseaba que ese fuera el camino que siguiera a su hijo.
Porque el camino de Miguel Delibes es una novela que hemos leído todos los que tenemos una cierta edad y que seguramente ahora siguen leyendo también los que tienen menos años. La historia del mochuelo, del tiñoso, del moñito.
Si le pusiéramos sonido a esa historia, pues saldría algo, por ejemplo así.
Entre ellos tres no cabían disensiones. Cada cual acataba de antemano el lugar que le correspondía en la pandilla. Daniel, el mochuelo, sabía que no podía imponerse a ElMonito, aunque tuviera una inteligencia más aguda que la suya. Y Germán, el Tiñoso, reconocía que estaba por debajo de los otros dos.
A pesar de que su experiencia pajarera era más vasta que la de ellos, la prepotencia aquí la determinaba el bíceps y no la inteligencia. Ello no quita para que el mochuelo fuera el único capaz de coger los trenes mercancías en pleno ahogo ascendente. El boñiga y el tiñoso corrían menos que él, pero la ligereza de las piernas tampoco justificaba una primacía. En las tardes dominicales los tres amigos frecuentaban los prados y los montes y la bolera y el río. Sus entretenimientos eran variados, cambiantes y un poco salvajes.
Es fácil hallar diversión a esa edad en cualquier parte. Con los tirachinas hacían en ocasiones terribles carnicerías de tordos, mirlos y Alvise para matarlos en los árboles o en la vía, cogiendo los aún adormilados. Era preciso madrugar. Por eso preferían buscarlos en plena canícula, cuando los animales estaban entre la maleza. Para Daniel del Mochuelo no existía plato selecto comparable a los tordos con arroz. Le gustaba incluso desplumar al pájaro por sí mismo. De esta forma pudo adivinar que casi todos los tordos tenían miseria debajo del plumaje.
Le decepcionó la respuesta del Tiñoso al comunicarle su descubrimiento.
Ahora te enteras. Casi todos los pájaros tienen miseria bajo la pluma. Según mi padre, a mi me. Todas las calvas son cuclillo.
Otros días iban al corro de bolos a jugar una partida. En este juego el ego demostraba la fuerza y el pulso y la destreza de un hombre ya desarrollado en los campeonatos que se celebraban por la Virgen. El moñito nunca se clasificaba por debajo del cuarto lugar. A su hermana Sara le sulfura esta precocidad Bestia, bestia!
Qué vas a hacer más bestia que tu padre en las tardes calurosas de verano? Los tres amigos se bañaban en la poza del inglés. Muchas tardes perdían el sentido del tiempo y la noche se les echaba encima. Era en estos casos de noche. Lejos del mundo. Cuando a Roque el Boñigas se le ocurrían ideas inverosímiles. Mochuelo. Es posible que sí, que hay una estrella de esas. No llegue nunca al fondo. No sé lo que me queréis decir.
Muy amigo. Las estrellas están en el aire. No es eso. La tierra también. Sí, eso dice el maestro. Pues es lo que te digo. Si una estrella se cae y no choca con la Tierra ni con otra estrella, no llega nunca al fondo. Ese aire que la rodea no se acaba nunca. No digo que no me hagas esas preguntas. Me mareo. Te mareas o te asustas? Puede que las dos cosas. Hace un momento hablábamos con dos de los siete hijos de Miguel Delibes y ahora voy a saludar a algunos de los nietos Ángeles Corzo, Delibes.
Buenos días, Ángeles. Buenos días, Carlos. Cómo estás? Muy bien. Cuántos nietos sois? Somos dieciocho nietos. Dieciocho.
No voy a saludar a todos, pero sí, sí, a ti y a Germán. Buenos días, Germán. Cómo estás? Buenos días, Carlos. Germán Delibes. Caballero. Eh? Oye. Qué recuerdo tenéis del abuelo para vosotros? Antes me contaba Elisa que ella, el recuerdo que tiene de ver a su padre escribiendo es en Sedano, no en Valladolid. Serrano Sí, porque los chavales de los niños estaban los hijos allí alrededor. Entonces sí, de vez en cuando el padre le saludaba así, mientras luego seguía escribiendo.
Y vosotros tenéis esa imagen en la cabeza, en algún lugar, en algún momento o no?
Yo soy. Me perdona? Dime, Germán. Sí, yo exactamente en el mismo sitio me cuenta Elisa, porque pasábamos el mes de julio en Sedano y al pasar por su cabaña, que íbamos nosotros hacia la piscina, estaba siempre ensimismado con las cuartillas. Ambas escribían cuartillas recicladas del norte de Castilla y evidentemente no usábamos a molestarle. Pero sí, si por casualidad levantaba la cabeza, siempre nos sonreía y nos saludaba. Era esa imagen la que la que tengo también, como mi tía Lisa y yo exactamente igual.
Ya me despertaba en la cabañita que está más arriba del todo y bajaba a buscar a mis primos a la casa de abajo. Y entre medias estaba la cabaña de mi abuelo. Y sí, solía levantar la cabeza, siempre saludar, sonreír. A veces abría la ventana y te decía Súbeme el norte de Castilla, porque llegaba siempre a la casa allá abajo y le subíamos el periódico, el correo. Pero si escribirle. Veíamos siempre escribir en Sedano, en Valladolid.
Había que llamar una puertecita y ya no molestarle y él dejaba de escribir. Imagino que estuviera haciendo. Pero verle en si misma de escribir, le hemos visto tan así. Pues tiene siete hijos y dieciocho nietos.
Sería todo el día saludando a los ángeles.
Tuvo la feliz idea de sugerirle a su abuelo, a Miguel Delibes, después de haber leído El Camino. Hombre, que debería hacer? Pues la continuación de la historia al norte no se podía quedar ahí Daniel, el mochuelo del chaval llorando. Pero había que saber qué venía después. Y el abuelo que te dijo cuando tú le hiciste esta sugerencia? A mí me parece que muy acertada, ángeles. Qué haría?
Que pasaría con la pobre caduca nada.No si se quedaba en el suelo llorando?
Y el abuelo que te dijo eso?
Eso mismo que iba a pasar que nunca caduca. Que oye Germán, tú eres profesor en un colegio que se llama Miguel Delibes? Correcto. Son cosas, esas cosas del destino, la casualidad. Una vez aprobadas las oposiciones, estuve dando tumbos por la provincia de Burgos, deseando acercarme a mi localidad a Valladolid, y justo un mes después de morir el abuelo en el concurso de traslados al que ya había dado por perdido, pensé que me iba a tocar estar algunos años más circulando por la comunidad.
Pues la sorpresa que me llevé fue cuando me dicen que me llevan a mi provincia, a la localidad de Nava del Rey y al colegio público Miguel Delibes. Qué cosa? Para mí una señal en toda regla. No deje de ser un poco escéptico en ese sentido y realmente para mí fue una señal. No sé si ayuda divina o llámalo como quieras, pero sí que es una señal de que el abuelo me voy a echar un cable.
Los otros dijeron Basán, les faltó decir te vas a enseñar literatura. Y hombre, sería bonito que a los chavales les pusieras como lectura en el curso, pues el camino, por ejemplo, es correcto.
El año pasado tuvimos un proyecto de Miguel Delibes y hemos leído Los tres pájaros de cuenta. Hemos leído también mi querida bicicleta algún pasaje del camino? Efectivamente.
Y bueno, pues a mí me me resulta muy emotivo poder recordar al abuelo, en este caso dentro del colegio Pedro Àngeles como lo que le pyra profesionalmente es la comunicación, pues lo que puede leer es todos los ejemplares del norte de Castilla que dirigió el abuelo Miguel Delibes.
Has escuchado, por cierto, Ángeles, en esta dramatización que hemos hecho de un pasaje del camino de la novela el actor que interpreta al moñito?
Sí, creo. Creo que sé quién es su voz. Te ha resultado familiar? Creo que sí.
Creo que es Guillermo, que es Guillermo, un actor.
Guillermo, bisnieto de Miguel Delibes, el primer bisnieto y al único que conoció realmente Guillermo.
Buenos días. Buenos días, Carlos. Cómo estás? Muy bien.
Qué tal? Qué te ha parecido? Interpretar al moñito en este pasaje cortito del camino que hemos hecho ha sido una chulada, pero bastante duro porque tienen problemas de sonido, de que había eco. Había que repetirlo miles de veces.
Ya me lo he aprendido, que me dice oye, tú, pero habías leído ya la novela de tu bisabuelo?
La novela El camino Guillermo me la leí en sexto de primaria hace dos años y te lo pasaste bien leyéndola.
Me encantó. O sea, ya en mi primer Delibes, que es un libro, es como un resumen del camino para niños más pequeños. Me contaba todo lo que venía en el camino, pero me lo pasé muy bien con él.
Y entre si tuvieras que elegir entre Daniel, el Mochuelo, el Tiñoso Delmonico, con cuál de los tres te quedarías?
Cuál te cae mejor, el piñazo? El tinacos? Porque me gusta cómo le gusta a los pájaros la naturaleza, como sigue a las culebrilla de agua. Su pasión por los animales.
Oye, Guillermo, tú y tú debéis de tu bisabuelo, que es qué sabes o qué más? Qué te han contado en casa del visado?
Y me han contado que siempre nos llamamos visa entre los dos. Siempre, cada vez. Cuando lloraba yo y le veía, dejaba de llorar siempre, porque me gustaba muchísimo estar con él.
Era muy hablador. Tú recuerdas que el bisabuelo fuera muy de hablar o muy de mirar y de pensar?
No recuerdo muy bien. Era yo muy pequeño, no? Pero tengo las cosas que me han dicho, me han parecido muy bien cÃvicos que cuando tú te presentas a alguien que te acaba de conocer, cómo te llamas tú dices Guillermo Delibes.
Seguro que todo el mundo te pregunta eres familia vez, eres familia de los Delibes? Y entonces tú dices Sí, sí, soy familia. Y si te tengo que hablar de cada uno de los miembros de mi familia, que somos tropecientos, jamás terminaría nunca. Guillermo es hijo de Germán y hemos contado.
No, eso es, eso es. Guillermo tiene un ejemplar de El príncipe destronado dedicado una página y media. Enterábamos al destronada de todos los Frink jajajaja Delibes de cuarta generación. Vamos a ser claros. No recuerdo una dedicatoria a ninguno de los nietos, tan larga de una cuartilla y media del libro.
Así que si tenía, la verdad es que le hizo mucha gracia. Pues eso. Guillermo contaba con tres años, apenas si era muy locuaz, muy, muy vivaracho. Y sé que le hizo gracia el abuelo. Se llamaban Bissau mutuamente. Al principio no le hizo mucha gracia, pero va un poco por por el tema del libro de las guerras de nuestros antepasados, que Pacífico llamaba al Bissau y demás. Pues bueno, pero al final se llamaba mútuamente.
O sea, Delibes le llamaba el Bissau. Y si el pequeño a su bisabuelo Bissau.
Efectivamente, también una relación muy curiosa, pues lo hemos pasado muy bien escuchando a los Delibes esa mañana aquí en la radio. Me alegro mucho de conoceros. Guillermo, te envío un fuerte abrazo. Enhorabuena por tu interpretación del motivo. Gracias. Gracias, Germán, que vaya todo muy bien en clase. Muchísimas gracias. Un fuerte abrazo y ángeles como siempre. Un beso muy fuerte. Te envío Ángeles.
Muchas gracias por habernos dado a vosotros, Carlos. Es un placer acompañado de esta mañana.
Gracias, Ángeles. Bueno, pues son algunos de los algunos porque son un clan de los Delibes. Y escuchando sus historias y escuchando al al propio Miguel a través de sus textos. Hemos llegado al mediodía. Son las once de la mañana en las Islas Canarias.