Transcribe your podcast
[00:00:00]

Bienvenidos una semana más a un libro. Una hora. Hoy vamos a contarles Frankenstein o el moderno Prometeo de Mary Shelley. Mary Shelley nació en Londres en 1797 y murió en 1851. Se crió en el seno de una familia acomodada e intelectual. Hay que reconocer la fascinante figura femenina que está detrás de la obra y que sólo en los últimos tiempos está empezando a ser reconocida por su verdadera valía literaria. A los 21 años, Mary Shelley publicó su primera novela Frankenstein o el moderno Prometeo en mil 818, que obtuvo un gran éxito.

[00:00:38]

Pero también es autora de las novelas Lugor Faulkner y la futurista o El último hombre de 1826 que escenifica nada menos que el fin de la civilización en el siglo XXI, Frankenstein o el moderno Prometeo. Es una novela maravillosa, romántica y muy profunda. Descubrir a los verdaderos personajes tan transformados por el cine es una experiencia extraordinaria. Escrita hace más de 200 años, uno se da cuenta al leerla por qué se ha convertido en un clásico. Vamos allá.

[00:01:10]

Te alegrará saber que la empresa con respecto a la cual albergaba tan malos presentimientos, ha dado comienzo sin que nos haya sobrevenido ninguna calamidad. Llegué ayer y la primera tarea que me encomiendo es asegurar a mi querida hermana que gozo de un buen estado de salud y cada vez confío más en el éxito de mi empresa.

[00:01:29]

Así comienza Frankenstein con una carta que Robert Walton escribió a su hermana para tranquilizarla. Robert a fletado un barco con el objetivo de estudiar el magnetismo de la tierra y para ello debe llegar al Polo Norte. En cada carta le va contando a su hermana cómo avanzan por el hielo. Un día viven un incidente muy extraño. Están prácticamente rodeados por el hielo. Apenas hay espacio para que la nave se mantenga a flote. Una extraña visión atrajo nuestras miradas y desvió la atención de nuestra preocupante situación.

[00:02:04]

Distinguimos un coche abajo, fijado sobre una tabla y tirado por perros que nos rebasó en dirección norte a una distancia de casi un kilómetro. Un ser de apariencia humana, aunque de una estatura que parecía gigantesca, iba sentado en el trineo y guiaba a los perros. Observamos con los catalejos el rápido progreso del viajero hasta que se perdió de vista entre las lejanas escarpa duras del hielo. Todos se quedan asombrados. No pueden seguirle la pista al estar sitiados por el hielo, pero observan su trayectoria con atención.

[00:02:39]

Por la mañana, en cuanto Robert sale a cubierta, encuentra a todos los marineros en uno de los costados de la nave, hablando al parecer con alguien que se encuentra en el mar. Es un trineo como el que han visto antes, que ha llegado durante la noche sobre un gran fragmento de hielo. Sólo queda un perro vivo, pero hay un ser humano a quien los marineros intentan convencer de que suba al buque, pero no quiere hacerlo hasta saber hacia dónde se dirige.

[00:03:05]

Cuando le dicen que van al Polo Norte, accede a subir. Está en un estado lamentable, al borde de la muerte. Se desmaya en seguida y se recupera muy despacio. Una noche de 1816, los escritores Lord Byron, John Polidori, John Keats, Percibi, Shelley, Clair, Clermont y Mary Shelley se reunieron en torno a una chimenea en binario de ÂTiene Lago Lemán y jugaron a idear historias de terror. Las cenizas del volcán tadora en la actual Indonesia habían oscurecido el cielo europeo y provocado un acusado descenso de la temperatura.

[00:03:39]

Eso sembró la semilla que dos años después fructificarán. La novela gótica Frankenstein o el moderno Prometeo Veyron dejó comenzada una que luego continuaría su médico personal, John Polidori, bajo el título del vampiro que más tarde inspiraría a Bram Stoker, su Drácula.

[00:03:56]

Pasaron dos días antes de que pudiera hablar y a menudo temí que sus sufrimientos le hubieran privado de la capacidad de discernimiento. Cuando se hubo recuperado un poco, lo trasladé a mi camarote para poder atenderlo cuando mi deber me lo permitiera. Jamás había visto una criatura tan fascinante. Sus ojos muestran por lo general, una expresión de fiereza e incluso de locura que desaparece cuando alguien le dedica un gesto amable o le dispensa el servicio más insignificante. Y entonces, una sonrisa de indecible bondad y dulzura le ilumina el rostro.

[00:04:30]

No obstante, suele estar melancólico y con aire de desesperación, y a veces le rechinan los dientes como si le impacientar el peso de las tribulaciones que le oprimen. Le cuenta que va en busca de alguien que huye de él y que viaja en un trineo. Robert le dice que le han visto pasar el desconocido. Entonces hace muchas preguntas acerca de la ruta que el demonio, como lo llama él, ha seguido y a partir de ese momento se muestra muy interesado en subir a cubierta para vigilar por si ve el trineo de nuevo entre el desconocido y Robber.

[00:05:02]

Empieza a forjarse una gran amistad y poco a poco Víctor Frankenstein, el desconocido, va abriéndose al Capitán Rover. Mi destino está a punto de cumplirse. Tan solo espero que suceda un último acontecimiento y luego descansar en paz. Comprendo cómo se siente. Siguió diciendo el hombre al darse cuenta de que yo deseaba interrumpirlo. Pero se equivoca, amigo mío. Si me permite que le llame así, nada puede cambiar mi destino. Escuche mi historia y percibirá su irrevocable determinación.