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Bienvenidos una semana más a un libro. Una hora. Hoy vamos a contarles Zalacaín, el aventurero de Pío Baroja. Pío Baroja nació en San Sebastián en 1872, pero vivió casi toda su vida en Madrid. En 1935 ingresó en la Real Academia. Durante la Guerra Civil pasó a Francia, pero en 1940 se instaló de nuevo en Madrid. Murió en 1956, miembro de la generación del 98. Es autor de algunas de las novelas esenciales de nuestra literatura como Camino de perfección.

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El árbol de la ciencia, las inquietudes de Santi Andía la busca a Mala hierba, Aurora Roja o El mayorazgo de la Braz, entre otras muchas. Publicó Zalacaín el aventurero en 1909, subtitulada. Historia de las buenas andanzas y fortunas de Martín Zalacaín de Urbina Baroja la destacó muchas veces sobre otras de sus obras. Incluso participó en las dos adaptaciones cinematográficas de la novela. Es una novela muy divertida, que no da tregua y con un personaje fascinante. Una novela de aventuras en plena guerra carlista.

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Vamos allá. Una muralla de piedra negruzca y alta rodea, aturdía. Esta muralla sigue a lo largo del camino real. Limita el pueblo por el norte y al llegar al río se tuerce, tropieza con la iglesia a la que coge, dejando parte del ábside fuera de su recinto y después escala una altura y envuelve la ciudad por el sur. Así comienza Zalacaín, el aventurero con la descripción de la villa de Urbina en el último tercio del siglo XIX y de la casa donde nace y pasa los primeros años de su infancia.

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Martín Zalacaín de Urbina, el que más tarde había de ser llamado Zalacaín el aventurero. Un caserío viejo, medio derruido, con un tejado terrero lleno de pedruscos y la piedra arenisca de sus paredes, desgastada por la acción de la humedad y del aire. En él sueña sus primeras aventuras y rompe los primeros pantalones.

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Los Zalacaín vivían a pocos pasos de Turquía. Pero ni Martín ni su familia eran ciudadanos. Faltaban a su casa unos metros para formar parte de la villa.

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El padre de Martín fue labrador, un hombre oscuro y poco comunicativo, muerto en una epidemia de viruelas.

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La madre de Martín tampoco era mujer de carácter. Vivió en esa oscuridad psicológica normal entre la gente del campo y pasó de soltera a casada y de casada. Viuda con absoluta inconsciencia. Al morir, su marido quedó con dos hijos, Martín y una niña menor, llamada Ignacia. El caserío pertenece a la familia de los ojazos. La familia más antigua, aristocrática y rica de Urbino. La madre casi vive de la misericordia de los dos.

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Zalacaín el aventurero, se encuadra y completa la trilogía Tierra Vasca, junto con la casa de OIZ Gorri y el mayorazgo de la Braz Baroja. Tal y como indica Jorge Campos, nos deja muestra de rasgos de su carácter. Sentimiento vasco, anti tradicionalista, entusiasta de la acción, individualismo y anarquía y sus aspectos personales quedan reflejados en la personalidad del aventurero Zalacaín. Se enmarca en las disputas por la sucesión al trono del Reino de España entre don Carlos y don Alfonso.

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Quién sería Alfonso XII? De ahí que la trama transcurra casi toda ella durante la Tercera Guerra Carlista 1872 1876.

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Martín es un chico decidido, temerario y audaz. Pasa mucho tiempo sin ir a la escuela. Los chicos de la calle no le consideran como uno de los suyos a causa de vivir fuera del pueblo y de andar hecho un andrajoso. Y de hecho, le tienen manía. Así que cuando los chiquillos de los caseríos de extramuros entran en la calle y comienzan a pedradas con los ciudadanos. Martín es uno de los más encarnizados en el combate. Nadie se ocupa de él mientras los niños de su edad aprenden a leer.

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Él busca nidos de palomas torcaces, roba fruta y coge moras y fresas silvestres. A los ocho años goza de una mala fama digna de un hombre. Un día, Carlos, hojeando el hijo de la familia rica que deja por limosna el caserío a la madre de Martín, le señala con el dedo y le llama ladrón a él y a toda su familia.

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Martín, aunque respecto a él no podía negar la exactitud del cargo, creyó no debía permitir este ultraje dirigido a los Zalacaín. Y abalanzándose sobre el joven, ojeando, le dio una bofetada morrocotudo. Hojeando, contestó con un puñetazo. Se agarraron los dos y cayeron al suelo. Se dieron trompicones, pero Martín, más fuerte, tumbaba siempre al contrario, una alpargata. Pero tuvo que intervenir en la contienda, y a puntapiés y a empujones separó a los dos adversarios.

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Martín se separó triunfante y el joven, bajando magullado y maltrecho, se fue a su casa.