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Estás escuchando curiosidades de la historia de historia National Geographic? Hoy hablaremos del tenis, el deporte de moda en el Renacimiento. El origen del tenis se asocia con las campiñas inglesas. Los campos de hierba perfectamente trazados y la clase aristocrática británica que hizo de ese deporte uno de sus entretenimientos preferidos desde finales del siglo XIX. Y, en efecto, el tenis, tal como hoy lo conocemos, nació en 1874 con la publicación del primer reglamento, obra del galés Walter Clapton Wingfield.

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Pero este tenis moderno no es más que un avatar en una historia mucho más antigua, cuyos hilos se remontan a la Francia de los siglos XII y XIII. De hecho, el término tenis es de origen francés. Deriva de tenï. Tenet lo que decía el jugador a su oponente cuando lanzaba al servicio.

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En la Edad Media, el yo de POM, como se lo denominaba en Francia, tenía características muy diferentes a las del tenis actual. Se jugaba directamente con la mano. De ahí precisamente el término yo de Pom juego de Palma, aunque también se podía usar guantes. Los partidos solían disputarse al aire libre, utilizando como terreno un prado, una calle, una plaza, el patio de un palacio o bien el foso de un castillo. Los dos campos se separaban por una simple línea.

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No se usaba todavía la red y se enfrentaban jugadores individuales o más comúnmente, equipos de dos o más componentes. Este tipo de juego largo o long pom subsistió durante bastante tiempo e incluso en la actualidad se sigue practicando de modo muy minoritario. A veces el juego de pelota tomaba formas más primarias, como la de arrojar la pelota sobre el techo de una casa a modo de frontón. El yo de POUM fue enormemente popular, como indica el hecho de que en 1397 las autoridades de París consideraran necesario prohibir a los artesanos que jugaran al ñó de POM durante los días laborables solos y les permitía hacerlo los domingos.

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En 1485, un concilio eclesiástico prohibió a los clérigos que jugaran a la palma, sobretodo en camisa y en público, para no ofender el decoro debido a su testamento. Quienes sí podían practicarlo con total libertad eran los aristócratas, incluidos los reyes, a veces con consecuencias nefastas e 1316. Luis Décimo, tras disputar con gran ardor un partido en el bosque, debien San toma un vaso de agua fría que le provocó un desmayo y murió al poco tiempo, justo lo mismo que le sucedió a Felipe el hermoso, que murió de repente tras beber un vaso de agua mientras jugaba a la pelota en Burgos.

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Entre los siglos 15/16 se produjo una profunda transformación del juego. Por un lado, aunque el juego a mano no desapareció, se popularizó el uso de raquetas hacia 1530. Juan Luis Vives imaginaba un diálogo en el que un español que vuelve de París explica a un compatriota que los franceses rara vez juegan con la palma. Pero entonces, cómo golpea la pelota con el puño? Pregunta el otro, a lo que el primero responde No, con una raqueta. Alguna raqueta se hacían con pergamino, pero las más usuales eran las elaboradas a base de cuerdas de cáñamo o de tripa.

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Al mismo tiempo, se modificaron las reglas de juego que han sobrevivido con ciertas variaciones en el actual tenis. Los puntos para ganar un juego se contaban por 15, 30, 45. Luego se obtenía una ventaja. Se empatados. El actual término inglés viene de al francés. De cada manga tenía seis juegos, etcétera, etcétera. La pelota debía pasar por encima de una cuerda que separaba ambos campos, de la que se colgaban campanillas que sonaban cuando la bola pasaba por debajo, hasta que finalmente se puso una red que retenía la pelota.

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Como en el tenis actual. El terreno de juego también cambió en vez del campo abierto típico del juego largo. Se buscaron superficies delimitadas por muros, de modo que se podía aprovechar el rebote de la pelota. Surge así el llamado juego corto. Asimismo, se habilitó una zona para los espectadores la galería e incluso se cubrió todo el espacio con un techo. Estas pistas, cubiertas de dimensiones variables, podían alcanzar los 30 metros de longitud. Se hicieron habituales en todas las ciudades europeas.

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En Francia se las llamaba yo de POM. Como la sala de Versalles en la que tuvo lugar el célebre juramentó durante la Revolución Francesa. Otro hipó del verbo tripe rebotar en los reinos de la península ibérica se las llamaba trinquete. En los siglos XVI y XVII, el Yudi Pónme vivió una edad de oro, sobre todo en Francia. Los extranjeros se asombraban por la afición que había este deporte. Los franceses gustan mucho de este juego y se ejercitan con él con una gracia y una ligereza maravillosa.

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Decía uno. Otro afirmaba que los franceses nacen con una raqueta en la mano y jugaban hasta las mujeres y los niños. Según otro, tan sólo en París había 250 pistas. Cifra que un embajador italiano elevada a 1800 en todo el reino. En cambio, en 1614 sólo había 14 en Londres. En esa época tuvo también gran éxito una modalidad de tenis que puede considerarse como el antecedente directo de la actual bádminton. El juego de volante en francés de Bolan se jugaba con raquetas ligeras y la pelota era una semiesfera de corcho con plumas de ocho centímetros de largo, sujetas a ella por finas tiras de cuero.

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El juego de volante podía jugar sensa la cubierta entre equipos de entre dos y cuatro integrantes cada uno. O bien al aire libre de una forma más relajada. Era el juego preferido de las chicas. Tal vez porque se ahorraban el incordio de ir a recoger las pelotas perdidas.

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Pero volvamos al Yure Pom, que en el siglo XVII era recomendado por sus beneficios para la salud. Según un libro publicado en 1668, el ejercicio de una partida de POM calienta el cuerpo y las extremidades, purga los estados de ánimo superfluos, fortalece las facultades naturales, aligera y da la bienvenida a la mente. De modo que el hombre que sabe cómo elegir un juego de ejercicio esto y lo usa sabiamente, beneficie tanto su salud física como la vivacidad de su mente.

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Pero también era una competición en la que lo importante era ganar lo que hacía que los jugadores se exaltaron más de la cuenta. El libro antes citado advertía Todas las personas que querrán jugar serán honestamente admitidas, con tal de que se comprometan a no jurar ni blasfemar el nombre de Dios.

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Además, había dinero de por medio, pues era habitual que los jugadores cruzaran apuestas. El dinero se colocaba debajo de la red, al igual que los espectadores. De hecho, en los trinquete a menudo se jugaba también a cartas o dados, lo que hacía que el deporte tuviera muy mala fama entre los moralistas para los propietarios de las salas.

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Era un muy buen negocio. No sólo alquilaban las pistas, las pelotas y las raquetas, sino que también proporcionaban vino y comida para los banquetes que a menudo se celebraban tras el partido. La expectación que levantaban Yo de pomme hizo que algunos jugadores se convirtieran en auténticas vedettes en el siglo XVI. El Duque Tenemos gran aristócrata militar, brillante y excelente bailarín. Consiguió gran fama, además, como tenista en particular por su golpe de revés puesto y con fama de don Juan, lograba que las damas abandonaran la misa la mitad para ir a verlo jugar a la pelota.

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Según cuenta Tom, más tarde aparecieron tenistas que eran casi profesionales y crearon una leyenda propia, como el marqués de Rivarola, que a finales del siglo XVII era capaz de derrotar a los más afamados jugadores franceses con una pata de palo. Resultado de una herida de guerra desde el siglo XVIII. Este tipo de tenis en sala cerrada entró en relativa decadencia, especialmente en Francia. En Inglaterra, en cambio, se mantuvo. De hecho, se mantiene todavía bajo la denominación de Real Tenis e inspiró el London tenis o tenis de campo que desde los tiempos de Wingfield ha conquistado a millones de aficionados de todo el mundo.

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