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Estás escuchando curiosidades de la historia de historia National Geographic? Hoy hablaremos de la época dorada de Flandes y sus artistas con la colaboración de turismo de Flandes. Son poco más de 13 mil kilómetros cuadrados, una superficie similar a la de la provincia de Jaén o Córdoba, y aún así la pequeña región de Flandes, en la franja norte de Bélgica, puede presumir de ser un territorio mundialmente conocido, especialmente entre los amantes del arte. Tan importante es el papel que Flandes ha jugado en la historia del arte, que su gentilicio da nombre a todo un movimiento.

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Aquí nació y se desarrolló la escuela flamenca. Sin ella, la pintura renacentista y barroca no habrían sido lo mismo. Y evidentemente, tampoco el arte que se desarrolló durante los años posteriores. Su época dorada se prolongó durante 200 años, entre los siglos 15 y 17, cuando sus seis ciudades principales Brujas, Gante, Amberes, Bruselas, Lovaina y Malinas se convirtieron en hogar y taller de algunos de los maestros más influyentes de todos los tiempos. Artistas de la talla de Van Eyck, Brueghel, el Viejo y Rubens.

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Pero cómo pudo concentrarse tal nivel de genialidad en unas coordinadas de espacio tiempo tan pequeñas? En primer lugar, se debe tener en cuenta su inigualable posición geográfica, pues estaba situado en plena ruta entre el Mediterráneo y los países escandinavos y bálticos, así como entre Inglaterra y el continente europeo. Políticamente, durante este período, Flandes pasó de estar bajo el poder de condes y duques a acabar formando parte del enorme imperio español, aquél en el que el sol nunca se ponía.

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Y aunque entre sus mandatarios hubo grandes amantes del arte que permitieron y fomentaron el desarrollo de esta nueva escuela, el verdadero impulso se lo dio el auge de la industria y el comercio que trasladaron el poder económico del campo a las ciudades y obligaron a una parte importante de la población a emigrar a las urbes. De este modo, Flandes se convirtió en la región más urbanizada de todo el norte de Europa. A aquellos nuevos residentes se sumaban a diario centenares de comerciantes procedentes de todos los rincones de Europa, deseosos de vender sus exóticos productos y comprar el mundialmente famoso paño flamenco en sus puertos.

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Podían escucharse negociaciones en italiano, en español o en alemán. Una especie de cruce de culturas y lenguas con un punto en común el comercio. Y mientras las mercancías pasaban de mano en mano con ellas. Claro está. También lo hacía el dinero. Mercaderes, fabricantes y banqueros representaban a la clase social que mejor supo aprovecharse de ese auge del comercio. La burguesía. Llegaron a amasar auténticas fortunas de las que, por supuesto, querían presumir. Cómo? Pues de la misma manera que lo hacía la realeza, la nobleza y el clero, transformando su dinero en arte.

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Fue justo así como los burgueses pasaron a ser no sólo los principales clientes de los talleres, sino también mecenas de los artistas locales que recibirían tantos encargos que no sentían la necesidad de marcharse a otros países para desarrollarse. El talento se quedó, pues, en casa. Los mejores pinceles del mundo querían vivir en las principales ciudades de Flandes y aprovechar la situación, lo que aumentó la competencia entre los distintos artistas y por tanto, también estimuló el desarrollo de sus obras.

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La burguesía comenzó demandando obras de temática religiosa en las que, como donantes que eran, querían aparecer retratados. Pero la religión adquirió pronto un sentido pragmático que coincidió con el deseo de esa nueva y rica sociedad burguesa convertirse en los protagonistas absolutos de sus obras. En ese momento las escenas bíblicas darían paso a retratos individuales de familia o escenas costumbristas. Un buen ejemplo de ello es el retrato Arnolfini de Jan Bonney, en el que este rico mercader aparece junto a su esposa en su residencia de brujas.

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Del mismo modo que todo artista tiene vocación de cronista de su tiempo. Los burgueses querían dejar constancia con total detalle del mundo en el que vivían y a cuyo desarrollo ellos habían contribuido. El realismo se convirtió en el nuevo dogma, lo que llevará a los artistas a explorar nuevas temáticas, técnicas, enfoques, perspectivas y formatos con un claro objetivo que cada elemento de la obra parezca más que pintado, reflejado en un espejo. Además, cambiaron también las dimensiones.

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Las residencias de los burgueses no contaban con altares y naves de las que poder colgar obras de grandes dimensiones, como ocurría en las iglesias. Tampoco tenían salones infinitos, como los palacios de los reyes y nobles. Así pues, los artistas se vieron obligados muchas veces a condensar el mensaje en lienzos de pequeñas dimensiones, lo cual incide aún más en la exigencia de extremar el cuidado por el detalle. Justo en ese momento entró en escena Jamba Nay, uno de los artistas flamencos más importantes de la historia y que llevó el realismo hasta límites nunca vistos.

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Su perfeccionamiento de la técnica al óleo enriqueció la paleta con nuevos colores que permitieron representar de forma exquisita no sólo las ricas telas que lucen los protagonistas de sus obras, sino también los realistas paisajes e interiores en los que transcurre la acción. Pero el arte de Van Eyck no se quedó ahí para desarrollar de manera magistral el volumen y la perspectiva. Utilizó sus conocimientos de geometría y cartografía y lo hizo hasta tal punto que ha pasado a la historia como el primer pintor capaz de representar la luna de forma científicamente correcta.

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Un siglo antes de los bocetos de Leonardo da Vinci. Sin duda, Van Eyck fue un revolucionario en pleno siglo 15. Lo que le convirtió en uno de los artistas más disputados de la época. Además, supo combinar los encargos de los nobles y la burguesía con su servicio en las Cortes de Juan Tercero de Baviera, conde de Holanda y de Felipe el Bueno. El hombre más poderoso de todo el siglo 15 y una persona de un refinamiento tan extraordinario que no renunció a tener en su corte a los mejores artistas.

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Desde su taller en Amberes Pieces Brueghel el Viejo siguió la estela de Van Eyck en la escuela flamenca. Aunque los estilos de ambos parecen tener poco en común, Brueghel es el gran retratista de la vida en Flandes y entre los temas de sus obras encontramos infinidad de banquetes, mercados y fiestas populares, escenas repletas de personajes en movimiento, mayoritariamente en pleno disfrute, en las que Brueghel gustó de introducir en su obra alegorías como las de los cinco sentidos y pinturas de fantasía representativas de ese surrealismo belga del que fue precursor.

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Con el matrimonio entre Felipe, el hermoso archiduque de Austria, duque de Borgoña, Brabante y conde de Flandes, y su prima tercera Juana, primera de Castilla, hija de los Reyes Católicos, en 1496 las coronas de Flandes y España iniciaron una relación que enriqueció enormemente ambos territorios. Y como no podía ser de otra manera, también en el plano artístico. Los artistas flamencos viajaban asiduamente a España y algunos como Rubens, el mayor representante de la pintura barroca del norte de Europa, sedujeron de tal manera monarcas como Felipe Tercero y Felipe Cuarto que una parte importante de su obra se conserva en nuestro país.

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Algunas piezas llegaron como resultado de los encargos de los monarcas y otras por el esfuerzo que éstos hicieron para incluirlas en sus colecciones reales. Por suerte, la obra de Rubens fue tan prolífica que algunas de las piezas que la componen todavía se pueden admirar en el lugar en el que fueron creadas, como su casa taller en Amberes o para el lugar donde se debían exponer inicialmente como el templo de San Carlos Borromeo, en la misma ciudad conocida como la iglesia de Rubens, porque él contribuyó a diseñar gran parte de la fachada y la coronación de la torre.

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Flandes es un lugar lleno de historia y de arte. Gante, Brujas o Bruselas vieron pasear a artistas de la talla de Van Eyck, Brueghel, el Viejo Rubens y ahora son el hogar de algunas de sus mejores obras. Un auténtico viaje al pasado, a uno de los momentos más fascinantes de la historia del arte, incluso desde lejos, gracias a las visitas virtuales, a los museos de Flandes, donde un experto muestra asombrosos detalles y los secretos que esconden las obras, entra en maestros flamencos puntocom y compruébalo por ti mismo.

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